jueves, 5 de febrero de 2009

VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS A TSC EN COBIJA

VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS A TSC EN COBIJA

Por: Alejandro Alex Rodriguez Vargas (enero 2006)

Las detenciones ocurridas a partir del viernes 16 de enero en Pando con mujeres que se dedican al trabajo sexual, han derivado en abusos que llegan según lo tipificado por el protocolo de Stambul a lo que se denomina terrorismo de estado. La privación de libertad en Bolivia que no debería ser de mas de 8 horas ha sido de dos días con: privación de alimento, castigos físicos; como ejercicio y trabajos forzados, como lavar sábanas e uniformes de la policía; Estos han sido parte de los abusos cometidos después de una incursión de efectivos policiales a los lenocinios en Cobija – Pando. Entre los castigos está la “picana” o la aplicación de schok eléctrico a 4 trabajadoras sexuales.

El maltrato sufrido por este grupo de personas se ha incrementado con amenazas y extorsiones de servicios sexuales como condición para que no sean encerradas nuevamente, las declaraciones de las trabajadoras sexuales, hacen alusión a que les piden carnets sanitarios, y los certificados médicos de las TSCs incluyendo los medicamentos que están tomando, información que no corresponde a la policía.

La situación de trabajo sexual, en mujeres de escasos recursos en frontera es más delicada en el caso de súbditas brasileras donde la condición de indocumentadas, es aprovechada por el abuso y la extorsión. Cuando no hay dinero, los cuerpos tienen que cubrir el costo a través de favores sexuales. Se incluye en estos abusos la extorsión un fiscal en Pando. Las explicaciones policiales a las trabajadoras del sexo o mujeres en situación de prostitución, invitan a la clandestinidad, argumentando que: –así no van a tener problemas- . Aspecto delicado, desde el cual el acceso a servicios de salud y las posibilidades de apoyar la situación epidemiología de las ITS o del VIH/SIDA se vería seriamente comprometida.

En todo el conjunto, la irracionalidad y falta de información y ética se traduce en la violación de los derechos humanos en condiciones de tortura estatal. Ejercer el trabajo sexual, ahora se convierte fácilmente en una situación de subordinación, discriminación y vulnerabilidad ante el abuso de poder. En este caso el maltrato lo ejerce el estado a través de la policía.

Poco a poco la humillación del documento sanitario o “carnet de puta”, obliga a redimirse a la condición de puta que se quiere institucionalizar a partir del – no digas nada y permití todo-, de la condición capaz de silenciar la voz ante el miedo.

- vienen a tomar con uniforme y con sus armas en la mesa – no denunciamos por que nos pueden hacer algo – si les preguntamos los nombres cuando hacemos pieza, nos preguntan por que queremos saber eso… y nos amenazan.

El silencio proxeneta se pone sobre la mesa y como no hay suficientes pruebas, la voz se califica como poco creíble, como una voz que no merece ser escuchada. Pero hay que tener en claro que nada, absolutamente nada justifica el maltrato, NADA.

Ahora bien … que hacemos?

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